Friday, November 03, 2006

Dios no puede premiar a quien miente y no puede estar de parte de quien engaña.

"Ya hemos hablado del que miente con el pensamiento y con las palabras. Nos queda por decir como es el que miente con su misma vida.

Miente con su propia vida el lujurioso que se precia de casto; el avaro que habla de limosnas y elogia la caridad; o también el orgulloso que elogia la humildad.

No la elogia con intención de recomendar la virtud sino que [...] para cubrir su propia vergüenza pone por delante el nombre de la virtud hablando de ella como si fuese virtuoso.

Y muchas veces lo hace para hacer daño y engañar a alguien, ya que ninguna maldad, ninguna herejía, ni el mismo diablo podrá engañar si no es simulando una virtud [...]

De esta manera, sea para evitar la humillación o por vergüenza, o con el objeto de seducir y engañar a alguien, el mentiroso habla de las virtudes, las alaba y admira, como si él mismo las hubiese adquirido.

Así es el que miente con su propia vida.

No es una simple mentira, sino doble mentira.

Es uno por dentro y otro por fuera.

Toda su vida no es más que duplicidad y farsa"


(IX Conferencia: Sobre la Mentira)