Tuesday, October 05, 2010


La ciudad vieja de Jerusalén parece encerrar entre sus muros, el corazón cansado de la humanidad, dividido por el dolor de las interpretaciones que los hombres dan al Amor.

El muro de las Lamentaciones, sinagoga sin techo por excelencia del pueblo judío; sobre él, la mezquita de Al-Aqsa, lugar santo de los musulmanes, y sobre ella la cúpula dorada de la Roca. Roca donde Abraham, padre de árabes y judíos, estuvo a punto de sacrificar a su hijo Ismael; más allá en la iglesia del Santo Sepulcro, católicos, ortodoxos griegos, armenios, sirios, etíopes y coptos se reparten el lugar más sagrado para los cristianos: Il buco della Crocce, donde dos familias musulmanas, desde la época de Saladino, custodian y guardan las llaves del Santo Templo... por si acaso!

Wednesday, September 22, 2010


Es verdad que las cosas, la mayoría de las veces, no son como parecen. Lo que creemos con la mayor obstinación puede no ser cierto, lo que pensamos puede estar equivocado y lo que percibimos de cuanto nos rodea puede estar distorsionado.


Quiero decir, que nuestra facultad perceptiva es siempre subjetiva, personal, parcial, comparativa, histórica, aprendida .... que lo que real y objetivamente vemos nada tiene que ver con lo que percibimos.


El trabajito de nuestra neurobiología y de nuestra psique es responsable de las "incorcordancias" entre la percepción y la realidad. Sin embargo, creemos, pensamos, reflexionamos, delucidamos y vivimos creyendo a "pies juntillas" que nuestra percepción es la realidad, aunque sabemos que la capacidad objetiva de análisis de nuestra inteligencia queda siempre empañada porque nuestra neurobiología domina nuestras facultades perceptivas.


El inconsciente, el deseo, el conocimiento, el feeling, la piel, el pasado, las circunstancias, el lugar y el momento nos ponen unas "gafas" que nos hacen ver apariencia de realidad en una imagen distorsionada. A pesar de ello, también es cierto que tenemos "flashes de lucidez" en los que vislumbramos la distorsión de las imagenes.


Hace unos dias quise reflejar "mi imagen". Distorsionada y con flashes de lucidez. Consciente y feliz con ella.


Y como una vez escribe en mi viejo blogg:


Si por vivir todo lo bueno tengo que vivir ahora todo lo malo,

no renuncio a nada de lo malo para no perder nada de lo bueno que viví contigo.

Monday, August 23, 2010

Metamorfosis


La gran limitación del hombre es no tener conciencia del infinito, ni siquiera tiene capacidad para imaginarlo.

Bien es verdad que tampoco, la mayoría de las veces, tiene conciencia del espacio finito que le rodea, pero ese es otro problema ....

El egocentrismo en torno al que giramos como planetas dentro de nuestra propia constelación - como mundo y también como individuo- nos impide ver que el Universo no se rige por las leyes -cuantas veces contradictorias – promulgadas por nuestros "científicos".

Nuestra perspectiva dimensional no tiene ninguna validez fuera de la “cascarita” de nuestro mundo interior y mucho menos exterior.... No alcanzamos a imaginar que fuera de nuestro “espacio” el tiempo, la gravedad, la luz, la química, la Bioquímica, la Física no tendrá nada que ver con los principios, normas y leyes que en nuestro pequeño mundo establecemos.

¿ Se verá la oruga como mariposa durante su metamorfosis?

El desconocimiento de lo que pasa fuera de nuestra Tierra no nos autoriza a transgredir las normas que nos hemos dado para conservar en las mejores condiciones posible lo que tenemos fuera o dentro, pero si debemos ser muy consciente de que como mundo, y a pesar de toda la globalización que podamos reunir, para el Universo somos una mota de polvo.

La catástrofe que vaticinamos pueden ser estadios del proceso de metamorfosis que nos lleva a convertirnos en mariposa....


Así que solo nos queda procurarnos una justa, feliz y buena estadía ¡!!

Mira este link: http://www.flickr.com/search/show/?q=butterfly+%2B+oruga&s=int

Lo pille en la página de Punset - http://www.redesparalaciencia.com/ - que es fantástica ¡!

Thursday, August 19, 2010

Presente

La vida transcurre como un boomerang, con movimientos de ida y vuelta, como una expansión de la conciencia hacia delante en el tiempo, y hacia atrás en el pasado.

Dilatando y contrayendo espacios y tiempos vividos. Trayendo a tiempo real, que solo es el presente, lo imaginario. Presente que a su vez es reflejo de los pensamientos soñados y las acciones retomadas para construir la realidad.

Presente que se contamina con el pasado. La exaltación de la memoria magnifica, para bien o para mal, los acontecimientos vividos y el desfase temporal nos cautiva de nuevo o nos angustia con la suposición de que volverá a ocurrir lo ya ocurrido.

Con demasiada frecuencia perdemos la conciencia del presente con un pasado que quedó atrás, que es historia, que está hecho y acabado, o con un futuro de cien pájaros volando.

El presente es un regalo de espacio y tiempo real en el que vamos descubriendo la expectativa del futuro envuelto en la sabiduría silenciosa del pasado.

Friday, July 30, 2010

Hasta el próximo vaivén.

La vida me vapulea, me trae, me lleva.
Me tira contra el suelo, me apalea.
Y de pronto de nuevo tira hacia arriba de mi.
Y comienzo de nuevo a volar.


A veces añoro la vida monótona y tranquila.
Pero ese, ese solo será el momento final.
Mientras apenás podre recuperar fuerzas.
Entre caída y caída.
Entre golpe y golpe.
Entre vuelo y vuelo.

Wednesday, June 30, 2010

El respeto por la realidad del otro


Virtualidad vs Realidad

Siempre se dijo el papel lo aguanta todo, en el sentido de que se puede escribir en él cualquier insubstancialidad, sin requerir compromiso alguno con expresiones, ideas o comportamientos que en él expresemos. Pues bien, la capacidad de aguante de lo escrito en Internet en este sentido de falta de compromiso no tiene límites.

En la incomprensión más absoluta de sus entrañas – la mayoría somos usuarios de la red, que no informáticos -, jugamos con lo virtual y lo real, hasta que la delimitación de ambos conceptos llega a confundirse. Pierden su sentido, y nosotros en el maremagno de la red perdemos el norte, confundiendo situaciones reales con situaciones virtuales.

La virtualidad del medio transciende nuestra realidad, traspasa la barrera de todos nuestros sentidos. Solo con presionar unas teclas cambiamos de identidad, hacemos realidad lo soñado sin esfuerzo, encontramos la vía de escape para mostrar las facetas más recónditas de nuestra personalidad, y lo más dramático: siempre encontramos un interlocutor virtual dispuesto a creernos a corazón abierto.

Tan nefasto para nuestro crecimiento personal resulta el hecho de poder cambiar nuestra personalidad virtual en función de las circunstancias, como encontrar al interlocutor “perfecto” para nuestra propuesta, es algo así como meter un desconocido en nuestra habitación.

La identidad digital es el vehículo que hace realidad en la red cualquiera de nuestros personajes y lo más “atractivo” y peligroso es que los virtuales cambios ocurren sin comprometer -aparentemente- el entorno real. El juego de la mentira está servido.

La inmediatez de la respuesta en la red es un morbo añadido. Respondemos a sus estímulos por impulsos. Nuestras neuronas a miles de kilobites de velocidad, no tienen tiempo para pensar y manifestarnos serena, pausada y conscientemente.

Así, construimos una pirámide de amigos virtuales a tenor de las necesidades del momento, donde las características de cercanía y espontaneidad de la red imprimen una peligrosa calidez y “veracidad” a la virtual relación.

Creamos una comunidad virtual que se erige en plascebo para evitar afrontar la tediosa realidad. Establecemos contactos virtuales con personas desconocidas que directamente se sumergen en una intimidad ajena. Con conocidos, cuyos contactos se potencian exponencialmente por las variables de cercanía y espontaneidad de la red, de manera que de repente son tratados íntimamente. Y la mayoría de las veces, retomamos contacto con personas que en otros momentos tuvieron una relación presencial más o menos estrecha con nosotros.

La relación que en cualquiera de estos casos se establece es tan ficticia, que cuesta mucho trabajo llamar amigo/a a las personas que solo mantienen relaciones a través del medio virtual.

Pero el hecho globalizado es que las relaciones interpersonales han cambiado. Todos nos comunicamos con nuestros amigos a través de la red, hito sociotecnológico indiscutible. Todos hacemos amigos, conocemos a los amigos de nuestros amigos, y a los amigos de los amigos de nuestros amigos. Y lo peor: conocemos las medias verdades y las mentiras que todos ellos se cuentan, y como no, todas las verdades que se omiten.

Así las cosas, contamos con una batería de virtuales amigos para la descarga de emociones banales, a los que virtualmente hacemos presente en nuestra cotidianidad. Consultamos compulsivamente el medio decenas de veces al día. Hemos creado la peligrosa dependencia y obligación virtual de ser reconocidos, respondidos y aseverados incondicional e inmediatamente por nuestros virtuales amigos. Las interferencias con la realidad están servidas.

Y lo verdaderamente grave es que esta comunicación virtual en sus diferentes manifestaciones –mail, msn, facebook, etc-, nos hacen olvidar no solo nuestra realidad, sino el respeto por la realidad del otro, que es el más simple de los códigos morales.

El resultado de confundir lo virtual con lo real, se convierte en una adicción que nos evade de cualquier contrariedad. Así a la más mínima y real desestabilización emocional, se recurre a los virtuales amigos y se lanzan virtuales dardos envenenados a la red, en forma de manifestaciones que en ningún momento real se expresarían cara a cara a los amigos. Y a la misma velocidad de la red banalizamos los sentimientos. Los propios y los ajenos.

La perdida de conciencia de la realidad nos precipita a no respetar la vida, la estabilidad, las decisiones de los demás; olvidamos la virtualidad de los contactos, olvidamos que realmente no estamos incluidos en las vidas de nuestros virtuales amigos.

La virtualidad de la red potencia la falta de mesura en nuestras expresiones. Y así son habituales las virtuales manifestaciones pseudo-afectivas que proporcionan un efímero y egocéntrico placer y a la vez tanto daño causan a la persona en sí y a su entorno real: “un beso enorme”, “siempre fuiste especial para mi”, “tengo tantas ganas de verte”, “te espero ansiosa”, “que distinta hubiesen sido las cosas si yo...”, “un beso muy fuerte en la boca”, “sueño contigo”, “eres la persona más especial que he conocido”, “cada vez te recuerdo más”, “como has podido estar tanto tiempo sin saber de mi”, “tu lo hacías todo diferente”, “un besazo”, “necesito verte”, podríamos escribir folios con cientos de virtuales pulsiones huecas de contenido del mismo corte, y que todos hemos escrito y/o recibido con sorpresa.
Y aunque la realidad nada tiene que ver con estas formas de expresión, la virtualidad potencia la ligereza con que ponemos a prueba la estabilidad emocional propia y la ajena, la de las familias y la de las parejas respectivas; nos precipita a el autoengaño, a evadir la propia realidad y la del pobre amigo-víctima, por el hecho -transitorio y anodino la mayoría de las veces-, de no aceptar lo único que verdaderamente nos pertenece, nos identifica, por lo único que podemos trabajar y luchar, lo único que podemos ofrecer sinceramente: nuestra realidad.

Internet ha cambiado nuestra sociedad, ya no somos los mismos, la virtualidad ha cambiado nuestra realidad. Pero no toda la realidad de nuestra vida es la que pasa por la red. La facilidad del acceso a la gran red de redes a abierto una nueva dimensión social que requiere uno de los mayores desafíos: educarnos para el uso ético de ella.
El futuro real de la virtualidad: impredecible.

Thursday, June 24, 2010

Y ahora qué

La desestabilización social, económica, laboral, universitaria, familiar y personal se ha globalizado en el comienzo de este siglo XXI.

La crisis es mundial y unipersonal. Se han cimbreado los cimientos del edificio de la humanidad. La presión ejercida en los "pisos superiores" de la evolución, el progreso y el bienestar social han hecho tambalear al monumental Empire State. Los valores elementales utilizados para su construcción, cuando menos, sufren de aluminiosis.

¿Y ahora qué? nos preguntamos.

Las desigualdades manifiestas y las desavenencias entre continentes, estados, naciones, autonomías, regiones, comarcas, pueblos, etnias y familias formamos el maltrecho rascacielos de la humanidad, que ya no tolera más apuntalamientos transitorios, más parches de emergencia que salven el edificio.

La crisis viene de lejos. De sobra sabemos que no se arregla con planes económicos, políticos, sociales, ni pastorales. Las reformas exigidas son mucho más profundas. Mucho más drásticas.

La situación ha llegado a tal punto de degradación, que su componenda requiere la sensibilización no de los pecados cometidos y su culpa, sino del sufrimiento al que están sometidas tantas personas a causa de ella.

La solución a tanto dislate global y general no es la solidaridad, ni viene de los estamentos sociales. La solución es unipersonal.


Cada elemento del edificio humano debe revisarse. Cada material debe replantearse. El arreglo exige "honradez sin componendas, verdad sin acomodos, firmeza sin prepotencia, amor sin fingimiento, “llevarnos unos a otros”, combatiendo el mal con el bien", como profetizó Monseñor Romero hace tres décadas.

Volver cada hombre a la bondad y a la confianza en los demás seres humanos. Volver a la verdad personal que hemos perdido en aras de una falsa verdad universal que nos engulle y nos vomita a la globalización como una media pondera, sin exigirnos responsabilidad y robándonos la satisfacción de nuestro personal hacer. Verdad clara y en lenguaje actual, aunque sea política y socialmente incorrecta.

Verdad que no solo remueva las entrañas del sufrimiento, sino que nos comprometa con nosotros mismos en cada acción personal, a pesar de los riesgos y rechazos que ello conlleve.

Cada hombre ejerciendo su verdad. Verdad que te hace libre y, lo más importante, permite que los demás puedan también acceder a su verdad y a su libertad personal.